
Una semana sin Ozzy Osbourne
Ozzy fue diagnosticado de esta enfermedad neurodegenerativa en 2020. El pasado febrero, confesó a una revista que ya era incapaz de caminar, pero había terminado por aceptar sus limitaciones: «A pesar de todas mis quejas, sigo vivo». Y se mostraba entusiasmado de poder compartir un ceremonial atronador de diez horas de duración con colegas de la altura de Metallica, Guns N'Roses o Slayer, además de grandes deudores del legado de Black Sabbath como Pantera, Mastodon, Tool o Ghost.
La música en general resulta terapéutica, pero el heavy metal especialmente es desestresante y, según algunos estudios psicológicos, conduce a un pensamiento más lógico. También resulta menos convencional en lo técnico. Si reúnes a cuatro fanáticos en un debate alrededor de un disco es posible que nunca puedas echarles de casa, ni aunque arrojes las cervezas por la ventana.
Existe un vínculo llamado devoción. «Si no fuera por esos cuatro tipos, todavía estaríamos vagando en la oscuridad. Crearon un género, lo desarrollaron y lo convirtieron en diferentes cosas con el paso de los años, lo cual es completamente asombroso», resume el veterano James Hetflied, cantante de Metallica, sobre su admiración por los Black Sabbath.