
La olvidada elegancia de Raimundo de Madrazo brilla de nuevo
Murió rico y famoso, consagrado como uno de los grandes pintores de su época. Pero la historia ha sido injusta con Raimundo de Madrazo (Roma, 1841-Versalles, 1920). Miembro de una familia de grandes pintores, retrató a lo más selecto de la aristocracia parisina y de la oligarquía estadounidense. Pintor de la elegancia y la indolencia burguesas, vivió de espaldas a las vanguardias y sin pervertir ni modificar la tradición. Lo rescata de su injusto olvido la Fundación Mapfre, que ofrece hasta el 18 de enero la mayor muestra de este gran artista.
'Raimundo de Madrazo' es la primera gran retrospectiva sobre uno de los pintores «más cosmopolitas y de más refinada técnica de su época», según la comisaria Amaya Alzaga Ruiz. Reúne más de cien obras del maestro español, muchas inéditas y sacadas a la luz gracias a la investigación realizada para la muestra. Alzaga lo reivindica «como figura clave en la pintura de género y en el retrato del siglo XIX».
Nieto, hijo, hermano y cuñado de pintores, su abuelo fue José de Madrazo Agudo, director del Museo del Prado. Raimundo fue el cuarto de los siete hijos de otro grande de la pintura, Federico de Madrazo Kuntz. Sintió la presión de emular el genio paterno, pero con 25 años se apartó del camino que le habían preparado como pintor de monumentales lienzos de temática histórica como 'El traslado del apóstol Santiago' o 'Las hijas del Cid'. «No quiere ser 'el hijo de' y pone su enorme talento, el mejor de la Academia de San Fernando, al servicio de la pintura comercial», explica Alzaga.