
Una montaña sinfónica que canta, gime y habla
Iván Larrea (Madrid, 1967) es un maestro organero y escultor que ha fabricado un órgano de piedra accionado por el viento. «Permite interpretar todo tipo de música, del barroco de Bach al rock sinfónico de Génesis», se ufana su creador. También permitirá reproducir la voz humana «de los registros más graves a los más agudos». Para lograrlo Larrea ha «estrujado» la naturaleza en la que se inspira logrando que las piedras «hablen, canten, lloren y giman».
Ha concebido este pétreo ingenio musical como «una sinfónica montaña de rocas». Tiene 54 tubos, cifra que podría ampliar de forma infinita, y funciona como un órgano, «pero va más allá». «Hace de las rocas un lugar sagrado para el espíritu», dice su creador. Sus 'tubos' son piedras naturales que Larrea vacía respetando su forma y hace sonar con el viento, obteniendo de cada roca vaciada una nota de la escala musical.
Es el primer organero que usa la piedra -ya lo hizo con mármol- para fabricar un instrumento de tal envergadura y complejidad. Larrea adecúa sus piedras musicales al tamaño necesario para cada nota que quiere conseguir. Las ahueca con técnicas de perforación, corte y picoteado, alternando procesos de cantería tradicional y últimas tecnologías con herramientas adiamantadas refrigeradas con agua. Usa sofisticados programas informáticos para calcular las medidas logarítmicas que requiere la longitud de onda de cada nota/roca. Talla cada embocadura «con exactitud milimétrica» para que suene bien.