La COP29 se acerca al abismo entre espantadas, bloqueos y un cierre de cumbre por partes
Pasadas las cinco de la tarde en España (tres más en Azerbaiyán), las puertas del plenario principal del Estadio Olímpico de Bakú se abrieron para recibir a las delegaciones. Un encuentro convocado sin aviso ni a propios ni a extraños, según las caras que se veían al entrar al salón. «Es la recta final, los ojos de todo el mundo nos están vigilando y ninguno quiere irse de Bakú sin un acuerdo satisfactorio», espetó Mukhtar Babayev, presidente de la COP29.
Tras unas breves palabras de bienvenida, el dirigente azerí comenzó una larga y tediosa aprobación de procedimientos clásicos en las cumbres climáticas. A golpe de mazo, una tras otras iban siendo aprobados, entre ellos los polémicos mercados de carbono, un mecanismo a través del cual los Estados y empresas pueden vender o comprar derechos para seguir emitiendo CO2. «Son una falsa solución que usará la industria de los combustibles fósiles, permitiéndole compensar las nuevas emisiones que siga haciendo», alertó An Lambrechts, experta en Políticas de Biodiversidad de Greenpeace Internacional.
Al otro lado del estrado, los delegados de las partes se miraban asombrados sin entender nada de lo que estaba ocurriendo. Tras una hora de «no hay objeciones, está aprobado», el tono cambió y la sesión quedó suspendida. Como una saga de Hollywood: «Continuará…»