
Françoise Bettencourt Meyers, el legado silencioso de la mujer más poderosa de Europa
La historia de Françoise Bettencourt Meyers, la segunda mujer más rica del mundo y la primera de Europa, está repleta de luces y sombras. A pesar de la buscada discreción de la heredera del imperio cosmético de L'Oréal, su vida ha estado salpicada de curiosidades y de escándalos que han dado hasta para una serie de Netflix. Ahora, a los 71 años y después de 28 en el consejo de administración del gigante empresarial europeo, ha decidido dar un paso a un lado y no ha renovado su mandato como consejera.
Austera, intelectual y creyente, siempre ha buscado una vida tranquila, interesada por la cultura y la religión y alejada de la vida social y de la atención mediática. Durante años ha dedicado tiempo al estudio de la Biblia y de la mitología, llegado a escribir cinco volúmenes sobre el libro sagrado, así como una genealogía de los dioses griegos. Con aficiones reposadas, también es conocida su devoción por el piano. Sin embargo, no pudo evitar verse envuelta en un enfrentamiento por la fortuna familiar durante los últimos años de vida de su madre.
Católica por nacimiento, se convirtió al judaísmo cuando se casó con Jean-Pierre Meyers, nieto de un rabino asesinado en Auschwitz, y crio a sus hijos, Jean-Victor y Nicolas, en esa religión. De hecho, la condición de judío se transmite a través de la madre. Solo si ella lo es, el hijo también lo será, independientemente de si el padre lo es o no.