
El Porsche 911 S de Jochen y Nina Rindt
«Un pañuelo de lunares rojo y blanco, un pantalón rosa y un Jaguar E; un snob». Así define Piers Courage su primer encuentro con Jochen Rindt, en una carrera de Fórmula Junior en Budapest un domingo de otoño lluvioso de 1963. Más tarde será uno de los mejores amigos de aquél piloto de rostro largo y frío, y un característico aire mezcla de arrogancia, determinación y tristeza.
El padre de Rindt, alemán, era dueño de una importante empresa relacionada con las especias. Su madre, una abogada austriaca. En 1943, ambos mueren en los bombardeos de Hamburgo. Jochen, con solo quince meses de edad, se convierte así en dueño de una importante fortuna a la que no podrá acceder hasta que alcance la mayoría de edad. La empresa es puesta en manos de un administrador, y del pequeño huérfano se hacen cargo en Austria sus abuelos maternos.
El joven crece en un hogar acomodado, y luego llega a una adolescencia bastante agitada. Más que los estudios, le gusta competir con los amigos, entre ellos un compañero del internado llamado Helmut Marko (que ganará Le Mans en 1971 y hoy es asesor del equipo Red Bull de F1), en improvisadas carreras en scooter o incluso con coches tomados «prestados» del garaje familiar.