China se prepara para una era imprevisible
Es probable que en Zhongnanhai, las dependencias del poder chino ubicadas junto a la Ciudad Prohibida en Pekín, un equipo esté revisando desde hace unas horas los planes de contingencia económicos preparados para el caso de la victoria de Donald Trump. Si el 47º presidente cumple sus promesas, y en su primer discurso ha asegurado que lo hará, Estados Unidos impondrá aranceles del 60% a los productos chinos, lo que podría desatar una versión 2.0 de la guerra comercial que ya comenzó el propio Trump en 2018.
Nada nuevo en el horizonte. Para bien o para mal, China ya sabe lo que es convivir con el magnate en la Casa Blanca. Implica, por un lado, altas dosis de imprevisibilidad y una batalla sin cuartel en el campo económico. Pero, a la vez, su giro aislacionista podría ofrecer la posibilidad de que China avance peones en el tablero geopolítico: desde una mayor presencia y autoridad moral de Pekín entre los países del llamado Sur Global a un cortejo de los tradicionales aliados de Washington cuyos lazos se resquebrajen, como podría pasar con la Unión Europea.
“Trump es fundamentalmente impredecible, y no está claro cómo abordará las cuestiones centrales de la relación entre EE UU y China”, aseguran los analistas de la consultora Trivium China en un boletín recién publicado este miércoles. “Eso significa que el Partido-Estado se centrará ahora en tratar de averiguar qué hará Trump en su segundo mandato”.