© lavanguardia.comVivir como Karl Lagerfeld en el apartamento de lujo más exclusivo de París
Si fuera un asunto de vida o muerte, me volvería a vivir a mi pueblo, que dejé a los siete años y me trajeron a Pamplona-Iruña, en la Tafallesa, el chofer, que era amigo de la familia, con mi madre, ya viuda, y mis hermanas y hermano Javier. Mi pueblo es y será siempre mi pueblo.
Ahora, me costaría, pero marcharía contento y escudriñaría a la gente, porque veo muy difícil, encontrar mi pueblo con las puertas abiertas sin problemas para entrar, como los de casa Azcona, y mi vecina la señora Felisa, que me querría a morir, Eliseo y su máquina de hacer gaseosas y sifones y el señor Gaudencio, taxista y que hacía unos polos de helado de nata y me daba los que estaban rotos.
Sospecho que aquella familia de barrio no es como antes, pero volvería a mi pueblo para comprobar eso y muchas coas, aclarar otras muchas e ir a la iglesia, no a rezar, pero recordar la voz de trueno, que a mí me parecía, del párroco Don José y la sonrisa y el cariño de Don Antonio el coadjutor; mi abuelo Ramón, las películas del oeste y mis amigos Pedro José Tabar, Rafaelito, y demás, incluido a José Eladio, que ya no está, pero recuerdo como si fuera ayer, cuando jugábamos al fútbol y regateaba con hierros en sus piernas.