
Visitamos la Andorra de Ourense y los tres pueblos promiscuos de Chaves
Un gallo afónico de canto difícil nos despierta. Otro gallo tenor de quiquiriquí vibrante nos desvela. Hemos dormido en la Casa Dos Gallos, un edificio de piedra situado en A Frieira, en el vértice exacto de este viaje: a veinte metros de los marcos número uno de las fronteras de España y Portugal, en el límite entre Pontevedra y Ourense. A un lado, el Miño, que aquí deja de ser frontera fluvial. Al otro, su afluente el Troncoso, que toma el relevo fronterizo.
Por unas pasarelas de madera, llegamos al antiguo puesto fiscal portugués. Cruzamos el Troncoso por un puente peatonal y ascendemos hasta un bar-bodega de nombre irrebatible. Se llama Aquí começa Portugal, sirve un vino albariño etiquetado Aquí começa Portugal y se encuentra en el punto más septentrional del país, donde, efectivamente, empieza Portugal. Delante del local, una inscripción en el pavimento avisa de que estamos en la aldea de Cevide, kilómetro cero del país.
El dueño del bar se llama Mario y es enfermero en Ponte de Lima, «pero no quería que mi aldea se perdiera y llevo 20 años promocionándola». Mario abre los fines de semana su Aquí começa Portugal, que se ha convertido en destino iniciático de moteros y turistas de todo el país, un centro de peregrinación rayana desconocido en España.