Un «pecador impecable» que aspira «a la nada»
«Vivimos en un momento de exceso de realidad y de actualidad, y eso es algo que solo se cura con la imaginación y refugiándose en el arte, lo que quiere decir refugiarse en los libros», dijo en un encuentro con informadores en la Biblioteca Nacional el autor de 'La fuente de la edad'. El creador del mítico territorio de Celama ha pasado «de ser un escritor premioso, muy lento, a uno muy prolífico y muy resistente». Escribe mucho, tanto, que tiene un buen puñado de obras en cartera, entre ellas una trilogía «que no sé si publicaré».
Reconoce que escribir es «una obsesión» y que ha sido el motor de su vida. Asegura estar en su «mejor momento como escritor», una vez que su vocación se ha convertido en «una verdadera necesidad». Pero es muy consciente del paso del tiempo. «Soy un escritor crepuscular y ojalá que toda mi obra tenga la armonía de la totalidad, porque eso supone ser un escritor ambicioso», dice sabiendo que «todo está predestinado al fracaso». «El fracaso ha administrado a todos mis personajes. Todos son héroes del fracaso, con el denominador común de una vida consecuente», resume.
«Fracaso es una palabra bonita, como el pecado, otra palabra preciosa. Los pecados mortales eran la esencia de las mejores cosas del mundo, y para mí era un regocijo confesarlos. Al hacerlo me refocilaba, porque he sido un pecador impecable» confiesa en público.