Trump, el golfo de América
La reentronización de Trump ha dejado a los progresistas del mundo con el temblor y el estupor propios de quien intuye que esta vez las palabras se transformarán en actos. No es lo mismo agitar la amenaza que consumarla. Si en su primer mandato se disfrazó de bufón, ahora vuelve como César, dispuesto a imponer la ley del más fuerte. Pero, convengamos, ¿alguna vez fue distinta tal regla? Deportaciones, aranceles punitivos, ansias expansionistas, aislacionismo.
Durante Biden y Obama se levantaron tantos muros como en la era Trump. Deportaron a tantos inmigrantes o más. Y los pulsos comerciales durísimos. Que nadie se engañe: un demócrata estadounidense se parece mucho a un estadounidense republicano. Los indultos preventivos de Biden, ¿son acaso más elegantes que los de Trump? La ética aquí es puro adorno.
El gobierno que Trump promete—una mezcla de frikis, multimillonarios, plutócratas y fanáticos—invita al pavor, ciertamente, pero lo que realmente conmociona y sobre todo emociona al público es su duelo con Elon Musk. Dos caras del nuevo absolutismo americano. El mano a mano promete, y uno de los dos saldrá malparado. Palomitas y pantalla grande.