
Sacan a subasta la tarjeta militar que Mohamed Ali se negó a firmar en protesta con la guerra de Vietnam
No hay más que ver al marido de Begoña Gómez mondarse con su risita truculenta de malo de película de serie B para darse cuenta de que el sujeto está seguro de haber encontrado un filón con Gaza. Ya su rostro no dibuja pesadumbres. Ya se disiparon las sombras que oscurecían su tez. Hasta ha engordado un poquito.
Y no le falta razón al interfecto porque, con un secretario de Organización imputado, otro en la cárcel, una esposa acusada de un nuevo delito cada dos meses y un hermano y un fiscal general a punto de sentarse en el banquillo, de lo que se habla en todos sitios, incluida esta columna, es de Gaza.
No cabe duda de que los horrores que se están viviendo en la franja empequeñecen casi cualquier otra cosa que ocurra en el mundo (salvo Ucrania, donde lo que pasa sucede sin mediar provocación).