
Pedro Sánchez, a la desesperada
Está tan alejado de la realidad, tan fuera de lo que dicta el sentido de la responsabilidad y el sentido común, que los afines a Pedro Sánchez, incluidos los medios de comunicación adictos, intentan culpar a la organización de la Vuelta del fiasco de su última etapa.
En lugar de ser una fiesta se convirtió en una batalla campal con niños huyendo despavoridos agarrados a la mano de unos padres más despavoridos todavía, bicicletas caídas, vallas de contención derribadas, policías aguantando como podían los embates de los manifestantes para no responder con igual agresividad -ha habido más de veinte policías agredidos-, el centro de Madrid convertido en una escena dantesca más que la celebración de un evento deportivo, hasta que se decidió cancelar la última etapa y la ceremonia de clausura.
El presidente de Gobierno y sus ministros han perdido la noción de la realidad. Con sus denuncias a Israel sin diferenciar entre el pueblo israelí y su gobernante y empecinados en apoyar a los manifestantes con el argumento de que ejercían su derecho a expresar su indignación por el genocidio de Gaza, no han sabido reaccionar con la eficacia necesaria para que ese derecho no se convirtiera en una violenta batalla campal.