Niños en guerra, la nueva normalidad
Farida es madre de 8 hijos. Vive en Sudán. El pasado mes de agosto se encontraba en un espacio seguro de Unicef. Llegó allí en medio de la brutal guerra que asola el país africano y que ha provocado una situación dramática con más de 24 millones de personas que padecen altos niveles de inseguridad alimentaria aguda y cientos de miles de niños y niñas que corren un riesgo significativo de morir. En los últimos meses la situación ha empeorado, no sé si Farida y sus hijos habrán podido esquivar el hambre, las enfermedades y la muerte.
En mayo de 2022 conocí la historia de la Farhana. Vivía con sus padres Karim y Nasrin en un campo de refugiados en Herat, Afganistán, agotados por el deterioro de la situación humanitaria en el país, la escalada de violencia y la inseguridad alimentaria. Tras un negocio que no salió bien, su acreedor les hizo prometer que entregarían a Farhana como novia infantil para saldar la deuda contraída.
«Ese día me arrancaron un trozo de corazón», contó Karim a Unicef. Farhana tenía 5 años. Por fortuna, se consiguió convencer al acreedor de que no se llevase a la pequeña, bajo la promesa del pago de la deuda. Han pasado dos años y medio y, como en las historias anteriores, ignoro que habrá sido de Farhana.