
'Mi postre favorito', deliciosamente radical
'Mi postre favorito' se toma su tiempo, con planos contemplativos. No es cine adrenalítico, de ritmo obvio. Es un buen título para ver en la sala en comandilla y después montar un cine-fórum, en la puerta de la sala o en un bar cercano, un formato a reivindicar.
Uno de los placeres de ver una película en el circuito de exhibición convencional, pasando por taquilla, en grata compañía, es debatir con posterioridad sobre lo acontecido en pantalla grande. Coloquios que no versan, necesariamente, sobre la técnica cinematográfica. El fondo importa tanto como la forma. O más. El arte plantea cuestiones, a veces sin respuesta.
Esta producción, de nacionalidad iraní, un label denostado gratuitamente por quienes reniegan del toque autoral, y la inevitable vertiente política, en cualquier obra de arte, habla del amor en la edad adulta, en tiempos de edadismo. De la soledad, la represión y la resistencia a convenciones trasnochadas.