
Jumilla como lección y paradoja
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Este acuerdo en textos básicos para nuestra convivencia quiere expresar además una convicción más profunda, aunque suena a políticamente incorrecta, en los «derechos de Dios», también confesados en la plaza pública.
Para la pretensión cristiana, los derechos de Dios que encarnó en Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, son inseparables, de ahí la radical afirmación de la sagrada dignidad humana, no por concesión de los estados o las leyes, sino como dato previo y pre-político.
La comunidad política y sus leyes reconocen esa dignidad y sus expresiones en la libertad de conciencia, de pensamiento, de asociación y de culto, además de otros aspectos para asegurar una convivencia guiada por el principio del bien común.