© hoy.esMe avergüenza el trato de la mujer en la Iglesia
Recuerdo haber publicado un artículo en este medio, a la vuelta de un viaje a Inglaterra, comentando cómo fuimos, mi mujer y yo, a una eucaristía en la Catedral de San Pablo de Londres, ceremonia presidida por una mujer sacerdote de la Iglesia anglicana.
Terminaba mi texto, más o menos con estas palabras: confío en que siendo ya abuelo podré asistir a una eucaristía en la catedral del Buen Pastor en Donosti, o en la de Begoña en Bilbao, presidida por una mujer. Pero ya soy abuelo de cuatro nietas y dos nietos. Y con 83 años, mi espera se está tornando en desesperanza. La situación de la mujer en la Iglesia católica la siento con gran vergüenza.
No veo más razón que la inercia histórica para explicarlo, que no justificarlo.
Pero no quiero que este artículo tras el fallecimiento del Papa Francisco se quede con una nota negativa. Sería injusto con este hombre argentino, en cuya catedral de Buenos Aires he rezado más de una vez, que fue profesor en la Universidad del Salvador, centro con el que mi Universidad de Deusto estableció relaciones académicas. Hombre argentino, sí, el padre Jorge, que ya obtuvo 40 votos en el Cónclave que eligió a Ratzinger.