Los dos grandes revulsivos del filial ya saben lo que es jugar en el primer equipo
¿Quién puede detener a este Athletic descarado que avanza a la carrera en casa y fuera, en Europa y en la liga? El propio Athletic, sería la respuesta con mayor porcentaje de probabilidades de acierto. Más allá de que sufra baches o derrotas indigestas de vez en cuando, que para eso es de carne y hueso, todo va a depender de su capacidad de resistencia en una temporada que constituye un viaje a lo desconocido para la plantilla.
Qué duda cabe de que hasta la fecha su comportamiento le hace acreedor a una bonita calificación, rondando el notable alto, pero sucede que todavía ni siquiera se ha doblado el ecuador del calendario. Apenas van una veintena de compromisos disputados y serán algunos más de esa cifra los que deba gestionar en el curso de los próximos seis meses.
Por ahora sí es legítimo afirmar que va bien, mejor que bien, y que emite síntomas que invitan a mirar el futuro con esperanza, optimismo, alegría. Y no por casualidad: va viento en popa por lo que Valverde está intentando transmitir últimamente. Después de despachar al Madrid, aludió al ritmo, al hecho de apretar e incomodar al rival en todo lo posible, a modo de clave explicativa del éxito.