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Después de casi tres décadas, el conflicto armado entre Armenia y Azerbaiyán llegó a su fin con la Declaración Trilateral de los líderes de Azerbaiyán, la Federación de Rusia y Armenia el 10 de noviembre de 2020. En septiembre de 2023 se culminó la plena reintegración de los territorios azerís y la superación de uno de los conflictos congelados tributarios del final abrupto de la Unión Soviética.
Ahora, tras la realización de acciones de buena fe por ambos países, intercambio de prisioneros, la publicación de una declaración conjunta entre ambos países y las reuniones de representantes de ambos estados en Berlín y Múnich en 2024, parece que el tratado de paz se materializa y cada día está más cerca de la realidad. Aunque las hostilidades hayan terminado, ahora queda una sombría, ardua y costosa guerra para el pueblo azerí, la lucha contra las minas antipersona y los restos explosivos de guerra.
Las minas antipersona se definen como una munición explosiva diseñada para ser colocada debajo, sobre o cerca de una superficie, concebida para explotar por la presencia, proximidad o contacto de una persona y que incapacita, hiere o mata a una o más personas. Su uso se popularizó durante la II Guerra Mundial y desde entonces su presencia ha formado parte de la mayoría de los conflictos, tanto internacionales como no-internacionales.