
Del Toro gana en un Giro que es cosa de tres
Un día complicado, en el que los más veteranos como Carapaz, valiente, pero con muchas batallas en sus piernas, prefirió calibrar sus fuerzas y ascender hacia lo alto del podio escalón a escalón. Va a ser divertido.
La prueba para el líder era el Mortirolo, ese puerto de montaña temido, y muchas veces odiado por los ciclistas. Antes en el Paso Tonale, la frontera natural entre el Trentino y la Lombardía, entre cascadas de agua helada y restos de fortificaciones defensivas, líneas de frente entre Italia y el imperio Austrohúngaro, el pelotón iba perdiendo corredores como las uvas maduras que se desprenden del racimo.
Uno de los primeros fue Juan Ayuso, alma en pena, perdido mucho antes de que el Tonale comenzara a herir las piernas, con más de cien kilómetros por delante, que acabó en los abismos de la clasificación, a casi 36 minutos de Del Toro. Solo 21 ciclistas acabaron a su estela. La rodilla le duele desde la caída en los caminos de tierra en Siena. No ha podido ser, pero sufre y sigue en la carrera.