
Clint Eastwood, 95 años de cine libre
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Segunda anécdota. Francisco Reyero cuenta en su libro sobre el mito una visita a Carmel, el pueblo de postal a 500 kilómetros de Los Ángeles en el que siempre ha vivido y del que fue alcalde del 86 al 88 después de que el Ayuntamiento le obligara a reformar uno de sus restaurantes.
Los encargados de la gasolinera local le contaron que su vecino más ilustre es tan testarudo que siempre se coloca en el último carril y no permite que nadie le sirva la gasolina: se la pone él.
El novelista Bruce Jay Friedman cuenta que si en una conversación saliera el nombre de Heidegger, Eastwood no preguntaría quién es, sino que apuntaría el nombre para, al día siguiente, buscar un libro suyo en la biblioteca.