Canarias lidera el crecimiento económico pese a los bajos indicadores de renta y empleo

Busco en Google 'balance del año', pero, en lugar de ir al turrón, es decir, a los periódicos, y refrescarme todo lo que ha pasado en estos doce meses (las monjas de Belorado, el cumpleaños de Lamin Yamal, las operaciones estéticas de Jorge Javier Vázquez, María Pombo y sus no lecturas, la separación entre Andy y Lucas, la vuelta de la Oreja de Van Gogh, el robo del Louvre y demás golosinas por el estilo), me contesta la IA en modo 'coach': «reflexión personal y/o profesional que se hace a fin de año para evaluar logros, desafíos, aprendizajes y emociones».

Y me dice que me busque un espacio tranquilo, sin distracciones, y una libreta bonita (se ve que una fea no sirve) para valorar mis experiencias, analizar mis relaciones y establecer metas futuras. Anda, calla.

Yo prefiero a las Campos: «Mi prioridad es estar viva», decía Terelu. Pues ya está. Ese es mi balance oficial: seguir aquí, aunque sea un poco más deshilachada que en enero. No me hace falta analizar qué pasó entre la que se sentó a escribir a principios de año y la que le da a la tecla estos últimos días para saber que voy a llegar a Nochevieja como Pantoja en el mensaje navideño: cansada, renegando y esperando el Apocalipsis, pero todavía en pie. Podría ser peor.