
Bruselas honra a la patata frita
Para hacerse una idea de la dimensión que alcanza la popularidad de este snack en Bélgica basta con conocer un dato: cada ciudadano del país consume de media hasta 300 kilos de patatas al año.
Dentro del museo, cuya visita puede durar entre hora y media o dos horas, se pueden descubrir muchas más curiosidades, como que la patata frita más larga jamás cocinada midió casi diez metros, que el récord Guinness de cocinar patatas sin parar lo ostenta Nick van den Langenbergh -después de que en 2024 estuviera friendo patatas durante 127 horas y 15 minutos- y que en 2016 una emisora de radio belga envió al espacio un cono gigante de patatas que llegó hasta los 37.154 metros de altura.
El museo sirve también para descubrir cómo llegó la patata a Bélgica y el origen de este tradicional plato. Las primeras patatas fritas fueron documentadas en Bruselas y París a finales del siglo XVIII y su venta como comida callejera se popularizó en el siglo XIX. Las friterías -o 'fritkots'- se establecían al principio como puestos ambulantes en mercados y ferias; y después pasaron a convertirse en establecimientos más asentados. Hoy en día forman parte del paisaje de Bruselas y de la cultura popular belga.