
Sánchez vive un día aciago en el Congreso a manos de Sumar, Junts y el PP
En el Ejecutivo llevaban justo varios días felicitándose por el cariz que a su juicio estaban empezando a adquirir sus relaciones con la formación de Carles Puigdemont, después de más de un año de sustos y altibajos. El polémico pacto que permitirá, entre otras cosas, que los Mossos de Esquadra estén en las fronteras junto a la Guardia Civil y la Policía Nacional o que la administración catalana gestionar la devolución de inmigrantes, había enterrado definitivamente la exigencia del expresident catalán de que Sánchez se someta a una cuestión de confianza en la Cámara baja.
Además y, sin tener «incentivos», según el Ejecutivo, los posconvergentes habían apoyado la reforma legal que obligará a la solidaridad entre autonomías para acoger niños y adolescentes inmigrantes ( y en la que Cataluña sale muy bien parada). «Fluyen las negociaciones con Junts y no es malo», proclamaban este miércoles en la Moncloa.
«Van dos pactos que alumbran una relación que va mejorando», añadía una alta fuente del Ejecutivo, pese a admitir que sigue sin contar con su apoyo para la senda de estabilidad y, por tanto, para unos Presupuestos que ya se dan por perdidos. Por esa sensación de que las cosas estaban mejor, precisamente, el golpe es mayor.