
Sánchez recaba el resignado cierre de filas de un PSOE desmoralizado por el 'caso Cerdán'
Si en algún momento el jefe del Ejecutivo pensó que la convocatoria del máximo órgano del partido entre congresos serviría para empezar a sanar las heridas provocadas por lo que él calificó ayer de «traición dolorosa» infligida por dos personas que han sido puntales del Gobierno y el partido, y sin las que sería difícil explicar su vuelta a la secretaría general en 2017, se equivocó.
«Salimos igual que entramos o peor», admitía un dirigente tras ocho horas de intervenciones y un discruso en el que el propio Sánchez llamó a salir a la calle con «la cabeza alta» y la tranquilidad de que su compromiso contra la corrupción es, dijo, «total».
Los más cafeteros aún se aferran a la esperanza de que el próximo miércoles, cuando el presidente interviene en el Congreso, haga algún anuncio potente que ellos mismos puedan blandir ante los ciudadanos; y algunos incluso confían en un golpe de efecto como una remodelación del Gobierno. Pero ayer no fue el caso.