
Sánchez afronta el rearme sin el escudo de una mayoría con el PP y con sus socios divididos
La definición del contexto geopolítico partió del presidente, quien se afanó en los 78 folios de su intervención inicial en fijar en la pared el clavo de dos argumentos: España, con él al frente, cumplirá el compromiso con la OTAN y la UE de acelerar la subida del gasto militar hasta el 2% del PIB bajo la asunción de que los valores y la prosperidad de los europeos están en peligro; pero ese riesgo –como todas las grandes «crisis», remedó a Jean Monnet– permitirá a la Unión salir más fuerte y autónoma en el escenario global y a España, aprovechar la ventana que se abre para el desarrollo económico abrazado a la sofisticación tecnológica.
No se trata de un rearme sino, dándole la vuelta, de una oportunidad que el presidente prometió explorar sin detraer «un céntimo» de gasto social.
Pero nadie en la Cámara, ni socios ni rivales, dieron muestra a lo largo del debate de creerse los eufemismos a coste cero con los que Sánchez intenta salvaguardar el fortín de La Moncloa frente a un PP convencido, en palabras de Alberto Núñez Feijóo, de que «el rearme no es una apuesta belicista», sino que responde a la necesidad de defender las «democracias» europeas».