Rolls Royce Camargue: y con él, llegó el escándalo
En octubre de ese año, un Silver Shadow, Mulliner Park Ward es enviado a Turín, a la sede del legendario carrocero Pininfarina. Desarrollar un modelo fuera del equipo de diseño de Rolls-Royce fue un cambio radical de planteamiento respecto del proceso habitual, pero las dos empresas ya habían colaborado antes; el director general Sir David Arnold Stuart Plastow recordó más tarde que a Rolls-Royce le había resultado fácil trabajar con Pininfarina porque «entendía la cultura de Rolls-Royce».
Pininfarina desmanteló el coche y utilizó el piso como base para el nuevo modelo (que, en última instancia, se fabricaría junto con el Mulliner Park Ward, en lugar de reemplazarlo). Aunque ninguno de sus conductores, ocupantes u observadores lo habría notado, el nuevo diseño marcó un interesante punto de inflexión histórico, ya que fue el primer Rolls-Royce construido íntegramente con medidas métricas en lugar de las «imperiales» pulgadas. Por cierto que estas medidas son espectaculares para un dos puertas, con 5,17 metros de largo y 3,03 de distancia entre ejes.
Sergio Pininfarina encargó el proyecto a su jefe de diseño, Paolo Martin, que tenía en su cartera de proyectos, entre otros, el concept car Ferrari Dino Berlinetta Competizione para el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1967.