Pisos que no lo son, pagos en B… la cara oscura de los pisos de alquiler que debes conocer
Cuando Mercedes se enteró de que su empresa había decidido trasladarla a Madrid, lo primero que pensó no fue en su recién estrenado puesto, ni siquiera en el horario o en cómo se adaptaría a sus nuevos compañeros. Lo que más le preocupaba, con diferencia, era dónde iba a vivir, encontrar un piso de alquiler que se adaptase a sus necesidades y presupuesto.
«Escuchas tantas cosas: que si los precios son inasumibles, que todo son cuchitriles, que tienes que pagar no sé cuántas fianzas de adelanto, que no quieren inquilinos de larga estancia...», enumera esta empleada de banca a la que le costó «sudor y lágrimas» –literal– encontrar «un apartamento decente» en una zona que no estuviese demasiado lejos de su trabajo, ubicado en el distrito financiero.
Mercedes empezó a buscar como todo el mundo, entrando cada dos por tres en diferentes portales inmobiliarios para ver si alguno de los pisos le encajaba. Además de los precios –«absolutamente desproporcionados», lamenta–, otra de las cosas que más le llamó la atención fue la escasez de viviendas en alquiler para larga estancia, en su caso un par de años.