© canarias7.esMás fin de ciclo que de año
Aquí radica la primera dificultad a que se enfrenta el PSOE: se ha conformado como un partido monárquico, con un dirigente indiscutible, y sin la vida interior suficiente como para que este se sienta en algo cuestionado cada vez que comete un error o un desafuero.
La polarización ambiental hace el resto y todo contribuye a engendrar un interrogante aterrador: ¿cómo se podrá recuperar y reorganizar el partido cuando inevitablemente Pedro Sánchez pierda el poder? Las abundantes especulaciones al respecto de las últimas semanas -algunas formuladas como desiderátum o prudente alternativa, su sustitución- no resultan muy halagüeñas.
El partido está paralizado por su dependencia del Gobierno. Este, a su vez, se encuentra aturdido por lo que pasa en el partido -el 'me too' socialista- y por lo que algunos de sus afiliados han hecho aprovechando su posición en el ejecutivo.