
La persistencia de Pedro Sánchez
1. Pedro Sánchez irrumpió en escena casi por sorpresa. Aprovechó la primera oportunidad para hacerse con el poder, ante el desconcierto de nombres referenciales del PP y del propio PSOE que se consideraban propietarios del régimen. Ahora, siete años después, los jueces han pisado el acelerador con el encarcelamiento de Santos Cerdán, y parece que se da por hecho que es el empujón definitivo para la salida del presidente. Él, sin embargo, sigue en enigmática resistencia, como si su lógica tuviera claves diferenciales respecto a la presunta ortodoxia del sistema.
Desde el primer momento hemos asistido a un ejercicio ritual: Un crescendo de voces que en nombre de los principios proclamaban, por encima de cualquier otra consideración, la obligación de Sánchez de dimitir y convocar elecciones.
Estaban en ello obviamente, la competencia –los demás partidos- aunque con intensidad variable, pero también los resentidos, con Felipe González a la cabeza, los que no soportan al outsider que les envío al baúl de la historia, y figuras reconocidas del mundo judicial, cultural, social siempre dispuestas al atajo, que exigen la salida del presidente por una cuestión de principios.