© canarias7.esLa industria europea, presa de la producción china de semiconductores
A la industria de automoción europea le vienen recuerdos postraumáticos de la última crisis de semiconductores. A raíz de la pandemia, el sector se vio sumido en problemas de suministros de un componente crítico del que sus fabricantes, principalmente radicados en Taiwán, no daban abasto. Esto provocó que, durante dos años a partir de finales de 2020, se produjo un bajón productivo del 9% en el volumen global.
Dado que había menos chips, las marcas aprovecharon la coyuntura y los pusieron en sus modelos más lucrativos de segmentos altos. Mientras los consumidores lidiaban con tiempos de entregas que podían superar los seis meses y un encarecimiento general de las gamas, los fabricantes registraban beneficios récord.
El foco estaba puesto, entonces, en las obleas de semiconductores, un componente complejo y difícil de producir que puso de manifiesto la fragilidad de las cadenas de suministro globales y su dependencia de un producto sujeto a tensiones geopolíticas.