La guerra llama a la guerra
Con el paso del tiempo ha quedado debilitada la idea de hacer la guerra para lograr la paz. Idea que tenía muchos apoyos en Europa, siendo Zelenski el valedor de esta última tesis que ha desembocado en la práctica en una escalada que nos acerca a una tercera guerra mundial. La guerra llama a la guerra y, por consiguiente, a equiparse de armas que disparan contra los llamamientos a dialogar y negociar una solución duradera. Disparan contra la diplomacia.
Zelenski, desde el principio, apostó no sólo por la guerra sino por ganarla. Desde la invasión rusa ha pedido una y otra vez armas, primero convencionales, después las más destructivas. Y lo ha hecho con habilidad, explotando la antipatía que proyecta un siniestro Putin con sus ambiciones territoriales.
Zelenski ha jugado con acierto al predicar la tesis de que su guerra es la de todos nosotros, haciendo creer que el futuro de Europa depende de que Ucrania gane o pierda esta guerra. Zelenski, disfrazado de guerrero desarmado ha ido, en camiseta verde olivo, de parlamento en parlamento, de gobierno en gobierno, solicitando armas de todo tipo.