
La contabilidad de la muerte
Es lícito entonces preguntarse si esto no está hoy sucediendo ante nuestros ojos, cuando los medios de comunicación nos atosigan a diario con datos de muertes y crueldades en muchos lugares del planeta, y nosotros no respondemos sino con indiferencia y silencio.
Cincuenta muertos. Ciento treinta y cinco muertos. Setenta y seis muertos. Las cifras llegan cada mañana, puntuales como un parte meteorológico. Es la contabilidad de la muerte que nos remite desde todos los medios de comunicación a diario las cifras del terror provocado por el propio ser humano. Las leemos entre sorbos de café, las escuchamos en el telediario mientras masticamos sin apetito.
Números que se amontonan en las esquinas de la pantalla, como si fueran la cotización de la bolsa o los goles de una liga menor. Pero no: son vidas. Vidas borradas, historias truncadas, futuros reducidos a ceniza en Gaza, en Ucrania, en Sudán, en tantos lugares donde la muerte ha dejado de ser una tragedia para convertirse en estadística.