La alargada sombra de Nicolas Sarkozy
Tres de ellos (Claude Guéant, Brice Hortefeux y Éric Woerth) habían ejercido como ministros de Francia y ahora los juzgan por una de las tramas de corrupción aparentemente más turbias en la historia de la Quinta República: la presunta financiación de la campaña presidencial de Nicolas Sarkozy en 2007 por parte de la dictadura libia de Muamar el Gadafi. Fue, de hecho, el principal acusado (Sarkozy) el que respondió con una actitud más firme. «Casado», dijo cuando lo interrogaron sobre su estado civil. Y respondió «abogado» ante la pregunta sobre su actividad profesional.
El expresidente de Francia (2007-12) no es un «abogado» como los otros. Aunque cumplió 70 años el pasado martes, lleva una vida tan activa como peculiar. Compagina su labor como letrado de negocios al frente de su propio gabinete, su rol de consejero político y empresarial y sus conferencias pagadas a precio de oro (entre 85.000 y 200.000 euros por cada una de ellas) con sus vaivenes en el banquillo de los acusados. La presunta financiación libia, cuyo juicio durará hasta el próximo 10 de abril, es el tercer caso de corrupción por el que lo juzgan en los últimos años.
Sarkozy se convirtió el 18 de diciembre en el primer exjefe del Estado galo en tener que llevar durante un año un brazalete electrónico. La Corte de Casación, el equivalente francés del Tribunal Supremo, desestimó ese día los últimos recursos presentados por sus abogados y consideró definitiva la pena de prisión por el caso de las escuchas judiciales.