Disney reinventa la forma de contar cuentos
Desde que abrió sus puertas en 1992, casi 400 millones de personas han cruzado sus puertas. Un récord en sí mismo. Otro más en la factoría de los sueños que en su día ideó Walt Disney, el pionero de la industria de la animación estadounidense cuyo apellido quedó vinculado para la eternidad a los cuentos, a personajes con los que crecieron y crecen todos los niños.
Desde que Disney aterrizó en Europa, a las afueras de París, el parque se ha empeñado en hacer el más difícil todavía. Así, en 2012 apostó por un espectáculo nocturno en el que el castillo de la Bella Durmiente, santo y seña del universo Disney, se convirtió en un lienzo en el que proyectar un collage con icónicas imágenes de sus películas al son de melodías que a todos son familiares.
Si bien es cierto que hoy en día es casi cotidiano ver espectáculos de luz y sonido proyectados en fachadas de iglesias, ayuntamiento e instituciones varias, aquello supuso un hito. Un ejemplo a imitar. Era una nueva forma de contar cuentos. A aquel espectáculo le siguieron otros.