
Jumilla, el pueblo que no quería la polémica
La llamada a la oración resuena entre las calles del barrio del Carmen de Jumilla, en la parte alta del pueblo. Son las tres de la tarde y por las esquinas asoman decenas de musulmanes, muchos recién llegados de trabajar en los campos, para cumplir con el rezo en la mezquita. Antes de entrar se descalzan, comen algún dátil y se sirven un vaso de agua o té que se ofrece en la puerta. Les esperan varios fotógrafos y un reportero británico del periódico Daily Mirror, al que no dejan de mirar varios niños que siguen con curiosidad la escena desde una escalera dentro del centro religioso.
Los que dan las buenas tardes y entran, menos El Mamoun Aouissat Moussi, que se queda parado junto a la prensa sonriendo, como quien sabe por dónde va la cosa. Tiene ganas de hablar, y dispara. «Lo que están consiguiendo con esto es una división del pueblo. La gente siempre ha estado muy unida aquí y no sé por qué partidos como Vox van contra nuestra religión. Veo este tema como algo xenófobo y racista. En Marruecos hay muchas iglesias y se respeta la religión católica», explica este exjugador del equipo de fútbol de Jumilla, de 27 años y que llegó a España cuando tenía siete años.
El Mamoun migró una segunda vez, y ahora trabaja en una operadora logística de Francia. Usa el deporte para ver la polémica de estos días en Jumilla desde otro punto de vista: «Cuando se grita un comentario racista en el estadio, se persigue y se sanciona».