El recorrido del Tour de Francia de 2025, una alfombra roja para Tadej Pogacar
El Tour es siempre un viaje en la memoria del dedo infantil que en un atlas las tardes de julio sudorosas recorre lugares ignotos en el mapa de Francia siguiendo el perfil de una etapa, intenta recrearlos en su imaginación desbordada, y los graba para siempre asociados a los nombres de sus campeones, el bretón Hinault, el normando Anquetil, o Robic cabeza de cuero en la cuesta de Bonsecours, Tour del 47, y Louison Bobet, y en 2025, en un mapa presentado este mediodía, Tadej Pogacar volverá a recorrer los lugares de los mitos viejos, una alfombra roja para sus pedaladas etéreas, e intentará incrementar el número de los suyos propios y a ellos fijar para siempre su nombre, el de un esloveno en el Gotha, como lo ha hecho ya a la Planche des Belles Filles (2020), el Grand Bornand (2021) o Plateau de Beille (2023).
Podrá marcar como propio quizás el altiplano de Peyragudes, al final de una cronoescalada de 11 kilómetros durísimos (tres en falso llano, ocho al 8% con un tramo al 16%, 28 minutos full vatios, la medida ideal de Pogacar en la 13ª etapa), o quizás los últimos cuatro kilómetros del col de la Loze, inéditos por un carril bici por encima de Courchevel, donde además, el tigre esloveno se enfrentará a la posibilidad de borrar el que fue quizás su peor día en sus Tours, el hundimiento definitivo en 2023 ante Jonas Vingegaard, y lo que se creyó la gran confirmación de que las subidas largas, larguísimas, eran el jardín del danés y el infierno del esloveno.
Será la 18ª etapa, la etapa reina, 5.500 metros de desnivel en 170 kilómetros, con los 22 kilómetros del Glandon (1.924m de altitud), los 19 de la Madeleine (2.000m) y los 26 finales hasta el altipuerto de los millonarios que esquían en Courchevel (2.304m, la cima más alta del Tour 25) o quizás al Mont Ventoux, otra montaña de recuerdo fastidioso en su memoria.