De la Fuente se reivindica
No enganchaba, no convencía, no ilusionaba... Antes de la Eurocopa nos encontrábamos a una selección sin líderes claros, sin estrellas que llamasen la atención de la afición y los medios. Sin esa figura de relumbrón que levantase pasiones.
Y en el banquillo, Luis de la Fuente, un entrenador que aterrizó en el cargo de forma discreta tras el fracaso del Mundial de Catar y que no ha tenido un camino sencillo hasta llegar a Alemania.
Aquellos aplausos a Rubiales en la asamblea del “no voy a dimitir, no voy a dimitir”, para luego criticarle, la mejorable manera de jubilar al futbolista con más partidos en la historia de la selección, Sergio Ramos, o el despropósito con Brahim, entregándoselo en bandeja a Marruecos son manchas en la hoja de servicio del seleccionador.