
BMW y Tesla, los eléctricos más propensos a sufrir fallos críticos por calor
Los coches eléctricos presentan muchas ventajas que no tienen los modelos térmicos. No emiten gases nocivos, son mucho más silenciosos, la aceleración es inmediata… pero los modelos tradicionales siguen ganándoles en un ámbito: la resistencia ante las temperaturas extremas.
Tanto si hace demasiado frío o demasiado calor, los cero emisiones se resienten y merma su rendimiento, normalmente con autonomías notablemente más bajas de lo que homologaban originalmente.
La exposición constante a altas temperaturas degrada rápidamente las celdas internas de las baterías, reduciendo la autonomía e incrementando el riesgo de fallos graves. Los sistemas de refrigeración trabajan por encima de su capacidad habitual, aumentando la posibilidad de averías por sobrecalentamiento.