Zapatos, el emblema del poder y la seducción
«Tantos zapatos y solo dos pies».
Frase de la icónica Carrie Bradshaw en 'Sexo en Nueva York' que a buen seguro habrían secundado amantes del calzado como la reina María Antonieta; Rita de Acosta Lydig, familiar de los Alba que viajaba con un baúl lleno de zapatos carísimos cuyas hormas se hacían con madera de violines que ella misma buscaba; Sonja Bata, mujer de un importante empresario checo de calzado de principios del siglo XX que tenía más zapatos que Imelda Marcos o Celine Dion, con miles de decenas de pares de distintas tallas porque para ella no es impedimento calzar otro número si el zapato lo merece.
Amantes de los zapatos entre los que también hay hombres como Luis XIV, el duque de Wellington o incluso Tutankamón, cuyo calzado es considerado «como una joya» por Patricia González-Aldea, autora del interesante libro 'Historia del calzado. Emblema del poder y la seducción' (Ediciones Catarata). Una obra en la que la experta en moda habla de la evolución del zapato desde una pieza funcional hasta adquirir una dimensión estética, incluso un símbolo de estatus.