
Trump viaja este lunes a Israel y Egipto para afianzar el plan de paz y su liderazgo personal
Muchos de los reunidos, a sabiendas de su decepción por no haber recibido el Nobel de la Paz, gritaron que merecía mucho más que el galardón del comité noruego. Y su enviado especial, y amigo personal desde hace cuatro décadas, Steve Witkoff, elogió desde la tribuna de oradores su «audaz liderazgo» que «ha unido a naciones que antes estaban divididas por generaciones de conflicto». Si en alguna ocasión el líder republicano soñó con un reconocimiento internacional así -y seguro que han sido muchas veces-, esta es, desde luego, la hora Trump.
El mandatario ha volado desde Washington a Israel y Egipto para recoger las mieles del alto el fuego en Gaza y el reencuentro de los rehenes con sus familias. La primera escala es Jerusalén, donde llega a las 9.20 horas (las diez y veinte en España) para hablar ante el Parlamento, un reconocimiento que la Cámara hebrea no ha otorgado a un presidente estadounidense desde George W. Bush en 2008.
No está previsto que viaje a Tel Aviv y se haga la foto en la plaza de los rehenes por motivos de seguridad. En cambio, se entrevistará en privado con el primer ministro Benjamín Netanyahu, altos mandos del ejército y familiares de los cautivos liberados en un acto simbólico sobre los esfuerzos estadounidenses para su rescate.