
Terrorismo y escuadrones de la muerte: la forja de León XIV
Prevost tenía 30 años cuando terminó de llenar su petate de viajero con una pantagruélica formación académica. Es matemático, filósofo y doctor en Derecho Canónico. Además, habla inglés, español, italiano, francés, portugués y se defiende en alemán. En 1985 cogió su hatillo y llegó por primera vez al país sudamericano.
En aquella primera estancia en una comunidad de agustinos, de algo más de un año, se asentó en Chulucanas, una pequeña población norteña que en la actualidad no alcanza los 60.000 habitantes. Más importante sería la segunda, que comenzaría en 1988 y se extendería durante una década, hasta 1998.
En esta ocasión su centro de operaciones fue Trujillo, una ciudad a medio camino entre Lima y la mencionada Chiclayo. Dirigió un seminario, fue prior de una comunidad de agustinos –es el primer Papa miembro de esta orden–, fundó una parroquia y trabajó como juez del tribunal eclesiástico. Fueron estos los años más duros de su experiencia misionera y de su vida. No tanto por la vertiente religiosa, sino por coincidir con los llamados 'años de terrorismo de Perú', que se prolongaron entre 1980 y 2000.