Sumar y Podemos reactivan la pugna con el PSOE por el feminismo
Los partidos, cuando viven sus mejores épocas, es cuando se avergüenzan un poco de sí mismos y hacen autocrítica. A la vista de su último congreso, es evidente que el PSOE no está pasando por un buen momento.
Es palmaria su desconexión con las necesidades más inmediatas de los españoles: insistir en la metáfora de la máquina del fango justo cuando acaba de pasar lo de Paiporta no parece muy buena idea; pretender por decreto que revelemos nuestros números de teléfono cuando nos inscribamos en un hotel, tampoco.
Un gobierno que ha sido incapaz de regular que mi teléfono no sea invadido por vendedores me pide que le facilite mi número al Ministerio del Interior. Ni soñarlo. Amparándome en mi edad y el posible Alzheimer, voy a equivocarme repetidamente en una cifra o dos. Marlaska, el hombre que no fue capaz de detener a Puigdemont, lleva aparcado ahí más tiempo que un coche viejo.