Solidaridad y la búsqueda de los desaparecidos, en imágenes
El gerente de la tienda fue el último en salir. Cumplió con su honrado cometido de desalojar a todos los clientes a las 19.30 del martes, cuando la dana ya era mucho más que una incertidumbre en Alfafar. El agua estaba de camino.
Cuando este trabajador del que ni Juan Pablo Mercado, ni Esteban Rodríguez, ni Loli Cantador —algunos de los vecinos de la calle Literato Azorín donde está el supermercado— recuerdan su nombre, quiso bajar a por el coche para escapar, quedó sepultado en la planta menos uno. Allí tenía su vehículo, un Mercedes blanco, según cuentan.
Por ambos lados de la vía un torrente incontrolable que se convirtió en una especie de remolino inmenso como el de un desagüe. Lo encerró en una ratonera. Después de las primeras exploraciones de los bomberos de Castellón, podría haber hasta cinco desaparecidos más.