
Sin el gran Pogacar, Roglic o Evenepoel, la Vuelta está hecha a la medida de Vingegaard
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En ese ecosistema, un rostro joven, desconocido, apenas colorido, apareció entre los porteadores de Primoz Roglic.
Un danés de apellido extraño. Indetectable hasta ese momento. Un muchacho traslúcido y sumamente ligero. Ese chico puso sus piernas al servicio del esloveno. Ascendió con determinación. Un escalador fastuoso pero sin mímica.
Logró empequeñecer el grupo de favoritos cuando se apartó del frente. De aquella subida de hace cinco años, quedó la huella de Vingegaard en una grande. Fue el 14º en el Angliru.