Salvajada de Pogacar en el Mundial5Foto© larazon.es

Salvajada de Pogacar en el Mundial

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Fue una salvajada. Cuando se creía que todo estaba inventado en el mundo del ciclismo o cuando un Mundial se ganaba al esprint o en la última vuelta al circuito, llegó Tadej Pogacar y escribió en Zúrich una gesta para recordar, una hazaña para ver y repetir a partir de ahora cada vez que se celebre un campeonato del mundo y para evidenciar una vez más que él es el mejor del planeta, un corredor llamado a ser uno de los mejores de todos los tiempos y el que crea espectáculo en cada carrera en la que participa.

Pogacar ganó el Mundial de la forma más inimaginable, más bestia todavía, para sorprender y sacar de sus casillas a todos los adversarios, los que a 100 kilómetros de la meta ya empezaron a comprender que debían pelear por la medalla de plata porque el oro tenía dueño, en una ofensiva que si la llega a hacer cualquier otro ciclista se habría definido como una locura, que adónde iba y que iba a malgastar fuerzas y, por supuesto, a hundirse cuando quedaba un mundo para terminar la prueba.

A 100 kilómetros de la meta -y no es un error gramatical- Pogacar demarró del pelotón de favoritos para ir a la captura de los que iban escapados, entre ellos su compatriota Jan Tratnik y el francés de origen ruso Pavel Sivakov, compañero suyo en el UAE, que le prestó la ayuda necesaria para que la diferencia con los adversarios fuese lo suficientemente tranquilizadora para ganar el Mundial.