© canarias7.esSalazar, otra piedra en el feminismo de Sánchez
El que fuera, hasta que afloraron las acusaciones en su contra, secretario general de Coordinación Institucional de la presidencia del Gobierno y miembro de la ejecutiva del partido, puede ser un desconocido para el gran público. Pero en el PSOE es sabido que pocos han tenido en estos años una relación tan directa con el jefe del Ejecutivo, aunque fuera entre bambalinas. Y por eso las sospechas de que el propio presidente haya querido que el asunto quedara en un cajón, reales o, como sostienen en Ferraz, infundadas, han logrado prender.
Los antecedentes no ayudan. Sánchez arguyó el martes que en el ámbito personal Ábalos resultó ser para él un «gran desconocido». Sin embargo, en el PSOE está asumido que cuando decidió prescindir de él en 2021 fue porque algunas mujeres del partido le hicieron llegar sus correrías con prostitutas –pecado mortal en una formación que se proclama feminista y abolicionista– y, a pesar de todo, lo volvió a incluir en las listas electorales y solo marcó distancias cuando lo que afloró en su contra fue el caso de corrupción por el que hoy está en prisión.
«¿Que cómo se explica esto?», se pregunta una feminista distanciada hace tiempo de la dirección sobre la falta de diligencia que, durante cinco meses, ha mostrado la comisión antiacoso del PSOE con las denuncias contra Salazar. «Concentración de poder en manos de cuatro amigos del jefe, el único que decide, y desprecio a las mujeres y al feminismo. Ha sido así desde el principio», se responde.