
Recorrido de aspecto clásico y la misma dureza de cada año
Si no fuera porque las etapas son mucho más cortas que las de antaño, se podría hablar de un trazado clásico, con una contrarreloj el quinto día en Caen y el resto de jornadas, hasta la décima, ya en el Macizo Central, de las de siesta en el sofá; planas algunas, accidentadas otras, que tal vez puedan propiciar emboscadas, poco probables por el control férreo al que suelen someter los equipos principales al pelotón.
Será un lunes, día tradicional de descanso que esta vez se traslada al martes, cuando los ciclistas empezarán a probar la dureza de los puertos de montaña, ocho en el recorrido que parte de Ennezat y que termina en Puy de Sancy, la primera llegada en alto de la carrera.
Dos días más tarde, después del reposo en Toulouse, el Tour entra en los Pirineos y llega a la cima de Hautacam, en una etapa de 180 kilómetros (13,5 kilómetros al 7,8% de media), después de subir también el Soulor y Borderes. Empezará entonces a separarse el grano de la paja, y más al día siguiente con una cronoescalada de 10,9 kilómetros entre Loudenville y Peyragudes, a 1.580 metros de altitud.