
¿Pagaría 1.000 euros por un bolso falso de Louis Vuitton?
El conglomerado propietario de Dior, Louis Vuitton, Givenchy y Loewe, entre otras enseñas, cerró los primeros nueve meses del anterior ejercicio con una caída de las ventas del 2%. Se trata del primer gran revés del negocio desde la pandemia. Sin embargo, visto con perspectiva, el impacto es todavía mayor, dado que las marcas englobadas bajo el paraguas de LVMH se han depreciado un 30% desde 2023.
Las voces de alarma se expanden a una gran velocidad por el mundo del glamour. De hecho, la situación de Kering, matriz de Gucci, Balenciaga y Saint Laurent, tampoco es mucho mejor. Finalizó los seis primeros meses del pasado año facturando un 11% menos. Las ventas de Gucci, su buque insignia, se desplomaron un 20%.
Nunca el lujo brilló menos. No obstante, pese a este inquietante panorama, la industria de la moda más exclusiva sigue generando una enorme fascinación. A la población de alto poder adquisitivo le ciegan los logos de las grandes marcas al considerarlas un símbolo de distinción y diferenciación. Los españoles, que no pueden permitirse grandes dispendios, en cambio, adoran las falsificaciones.