
«No echo a faltar un hombre, sino enamorarme»
-Durante mucho tiempo he tomado copas fuertes, pero, ahora, me he pasado al champán, así que lo puedo tomar en el aperitivo, en la cena y después de la cena.
-¡Sí! No tenía ni idea, pero me la han enviado ya cincuenta veces, y me he quedado alucinada de que hubieran utilizado exactamente el mismo concepto.
-Cantan «Señoras bien, señoras fetén, señoras mal, señoras fatal». Dígame alguna mujer fatal.
-En el sentido clásico de mujer fatal, te diría que Isabel Preysler. Tiene una varita mágica con la que toca a los hombres y los convierte: cuando empezó a salir con Vargas Llosa, el escritor bailaba, reía, iba a fiestas y estaba siempre sonriente, enamorado, con ojos de cordero degollado. Lo dejaron, y en una semana entró en la senectud. El amor que sentía por Isabel, el toque de esa varita mágica, lo había convertido en un hombre mucho más joven.